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Cambiemos los papeles: Con la piel marcada

Actualizado: 24 nov 2018



Prejuicios y misoginia. Deseo y sadismo. Abuso de poder. La obra de Julio Ardiles Gray, con puesta, dirección e interpretación de Daniel Loisi, propone un juego de rol que arranca como una anécdota humorística anticuada y deriva en un profundo análisis acerca de como los hombres, a lo largo de la historia, pretendimos usar el abuso psicológico y físico para imponernos sobre las mujeres. El resultado, es un espejo triste y real, sobre la crueldad del sexo masculino.

 

Un periodista - Loisi - desea que una prostituta le revele los avatares de la profesión. Se cree canchero e innovador, pero pregunta las mismas estupideces que la mayoría de los hombres. Cansada de tener que responder siempre lo mismo, la prostituta - excelente y espontánea Ana Livingston - le propone un juego: que tome sus prendas y se convierta en una prostituta por una noche, mientras que ella se transforma en tres diferentes tipos de clientes. El periodista, en principio, asume el rol desde el estereotipo y el clisé, ganándose merecidamente, el insulto de la prostituta, pero a medida que avanza la acción, el hombre siente la violencia, el sadismo y el abuso de poder que sufrieron las mujeres a lo largo de la historia,

El juego ya no es juego. Se trata de una exposición de lo peor de uno. Como si fuera una sesión de terapia, la prostituta, revela la verdadera naturaleza de su interlocutor, demostrando que por más progresista que desee perfilarse no es más ni menos que un depredador más de lo que andan sueltos.

Con una puesta ágil que arranca con un diálogo coloquial, llevado a cabo con inteligencia por Ana Livingston, Loisi expone las miserias del hombre, usando su propio cuerpo como materia de experimentación. El magistral trabajo de la actriz no solo se destaca por la naturalidad con la que asume el personaje central, sino con la energía y versatilidad con que encara los personajes masculinos, desde el personaje de la prostituta, retratando la violencia y crueldad de los hombres, partiendo del estereotipo para desnudar una imagen patética pero real.

Loisi, por su parte, se pone a las órdenes de la manipulación - la ironía, el director en su rol de actor, es manipulado y dirigido por la actriz en la ficción- y se intercambian los roles, pero solo en apariencia. ¿Quién tiene realmente el poder? ¿Qué es lo que le molesta en verdad al personaje: exhibir a la mujer que lleva adentro o tener que asumir que es un ser violento y descarnal, un psicópata en potencia?



Si la actuación de Livingston se destaca desde el primer minuto, por tener en claro las reglas del juego e imponerlas física y psicológicamente sobre su "víctima/victimario", lo de Loisi es completamente evolutivo. Desde esa aparente ignorancia, se va (des)construyendo un monstruo, un monstruo que está siempre alerta por despertar, pero que no vive solo en el personaje, sino en la cultura, hace miles de siglos, y se niega a morir. La "concientización" no es suficiente.

Cambiemos los papeles traspasa lo meramente anecdótico. Va mucho más allá del juego de un hombre tomando prendas femeninas. La obra es un reflejo social y necesario de una realidad que muchos no quieren asumir: que las violaciones y los femicidios aumentan día a día en nuestro país, y de eso se debe hacer eco la cultura también.

Por eso, la relevancia de poner en escena esta obra, hoy y ahora. Porque los monstruos están sueltos.

El final de la obra depara un mensaje ambiguo, quizás contradictorio, pero que justamente evita juzgar fácilmente al personaje, relevando esa misión en el espectador. Es el público el que debe condenar a los protagonistas, y el ingenio de la puesta de Loisi, es que con intervalos de humor, el drama cotidiano se cole entre la conciencia del interlocutor, para crear una paradoja, para generar preguntas, para buscar respuestas, para mirarnos a nosotros mismos y definir: vamos a seguir siendo esto, o vamos a cambiar los papeles de una vez por todas. El espejo es doloroso, el espejo somos nosotros, y que mejor medio que la ficción y el teatro para comprenderlo, asumirlo, y hacernos cargo. Si no lo hacemos, seremos psicópatas y una amenaza constante para siempre.


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Autoría: Julio Ardiles Gray

Actúan: Ana Livingston, Daniel Loisi

Asistencia de dirección: Andrés Blejman, Carla Tiberio

Dirección: Daniel Loisi


ARTILUGIO TEATRO - Perón 4231

Entrada: $ 150,00 - Viernes - 22:35 hs - Hasta el 07/12/2018

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